PALABRAS EN MEMORIA DE PASCUAL FORT (1927-1991)
Hay personas de quien –cuando ya no se hallan entre nosotros– no se puede hablar sin emoción. A menudo pensamos que esto es frecuente, pero no es cierto. Pascual Fort era una de esas personas que reunía unas cualidades que lo hacían entrañable y digno de afecto y admiración.
Si decimos que era un hombre bueno puede parecer un tópico, pero tampoco es cierto. Gente buena la hay, quizás más de lo que creemos en momentos de pesimismo –o de realismo, vete a saber–, pero que sepan ejercer su afabilidad en potencia y que generen en rededor suyo un círculo de equilibrio en donde te halles como en una especie de centro del mundo realmente visible, de éstos hay pocos. Y Pascual Fort era uno de ellos, de un modo especial.
Existe una cualidad necesaria para poder hablar, con rigor, de ser humano y que en él destacaba: la curiosidad. Con su quehacer tranquilo, a un ritmo que muchos querrían llegar a alcanzar, mantenía ojo avizor su sensibilidad, siempre dispuesto a descubrir –y a descubrirnos– aquello que hasta entonces no había llamado la atención a nadie. Esto se reflejaba en su actitud vital y en su obra.
Nos encontramos en un espacio dedicado al grabado que le debe mucho a este artista. En primer lugar, con su obra, tan sensible, fruto de una constante investigación. Y también a su promoción, que no nacía de un interés material, estoy seguro, sino del impulso. Él trabajaba, grababa u organizaba cosas respondiendo a una fuerza interior. Lo hacía, simplemente. De un modo natural, sencillo, silenciosamente. Resulta fácil decirlo, pero empresas como el Mini Print, a la cual dedicó tanto tiempo y esfuerzo, o la Bienal de Copy Art, nos indican que era un hombre rico en ideas, que sabía encontrar, en el mundo tan confuso que nos envuelve, rendijas, puntos de vista inéditos.
El mundo no está construido completamente. Los sabios de la antigüedad y los actuales científicos, con algo de retraso, creen que la realidad es fluida y que el mundo se está creando ante nuestros ojos. Así pues, es necesario mantenerlos bien abiertos y actuar. Porque no se trata solamente de ver sino que sabiendo ver y actuando en consecuencia, estamos ya creando el mundo. Cuando Pascual Fort realizaba sus esmaltes y sus grabados, creaba arte y a la vez contribuía a la creación del mundo; o cuando se daba cuenta de las nuevas posibilidades de una técnica que, en principio, no parecía susceptible al arte y sin embargo ofrecía a éste un nuevo ámbito. A propósito, recuerdo la ilusión con que me hablaba últimamente de los grabados que realizaba a partir de las trampillas de las calles de Cadaqués, y también recuerdo la gran calidad y belleza de sus grabados de gran formato, que expuso en Barcelona.
Viéndolo tan tranquilo, de una manera distanciada, como si estuviera de vuelta de muchas cosas, pero a la vez de una forma tan apasionada, hablando y realizando sus trabajos, no era fácil imaginar que su actividad fuera tan intensa y diversa. No reclamaba para sí reconocimiento alguno; cuando lo hacia era para actividades que tuvieran una proyección colectiva.
Repasando ahora su currículum descubres cosas, o recuerdas otras que tenías semi-olvidadas, y que completan y agradecen su personalidad. Como por ejemplo, que hasta 1965 presentó en España 25 exposiciones (entre ellas, en las Galerías Metrás, Belarte de Barcelona y Nebli de Madrid). Personaje inseparable de los paisajes de Barcelona y Cadaqués, no olvidemos que pasó dos años en Nueva York, siendo premiado por el Museo de Brooklyn y becado por el Institut of International Education para viajar por aquel gran país. Y que, incansable como era, llegó a abrir una galería en el mismo Nueva York.
Yo le conocí en Tarragona cuando, de regreso, abrió una galería en esta ciudad. Luego vendría la apertura de los talleres de grabado y las galerías de Barcelona y Cadaqués, y una serie de actividades, muestra de su capacidad de trabajo y de su gran creatividad. Creo que es necesario subrayar que en el Mini Print han llegado a participar más de 8.000 artistas de todo el mundo, algunos de los cuales muy conocidos.
Esta entrega a los demás, como respuesta a un impulso que tenía su correspondencia en la amistad, no nos debe hacer olvidar su valía como artista. En este sentido, son dos las vertientes: el esmalte, que le hizo merecedor del primer premio de la III Bienal del Esmalte en Limoges –el concurso mundial más importante en este arte–, y el grabado. Los resultados de ambas actividades artísticas los presentó en numerosas exposiciones por España, Francia y Alemania, principalmente. En las dos actividades dejó constancia de la creatividad, que es inseparable del arte, y de una de las cualidades que he citado al principio, característica del hombre realmente vivaz: la curiosidad. La investigación de los materiales y las técnicas se une a una invención de formas y a una fina sensibilidad. Todo ello guiado por lo que señalaba Juan Eduardo Cirlot, en un comentario sobre la obra de Pascual Fort, diciendo que en ella se producía una unión (el poeta o crítico la cualificaba de ‘matrimonio místico’) entre las posibilidades de la técnica y las exigencias de una imaginación siempre lanzada fuera de sí misma, a la búsqueda de la “imagen ignota” que justifica el arte contemporáneo.
Recordándolo ahora aquí, cuando parece tan raro que no esté entre nosotros, tenemos que verle como realmente era, todo completo: tan completo y rico en realizaciones, tan interesante y digno de ser querido como ser humano, tan buen artista como personaje insustituible. Gracias, pues, a Pascual, y gracias a todos vosotros.
J. Corredor-Matheos
Crítico de arte
1992
“Home” 1980
Aguafuerte – Aguatinta
50 x 66 cm