Joaquim Pijoan
Escritor y pintor
La clave de Cadaqués
El diletante llega a Cadaqués a media mañana, sopla una tramontanilla fina de verano, y la bahía está inundada por una avalancha de sol que hiere la mirada. Recorriendo las huellas de la memoria camina hasta el Llané, saluda Na Lídia, tan bien plantada, y contempla la mole de la iglesia que domina la acumulación arquitectónica de siempre, adivina el altar barroco, le pone música de Brahms. Aimez vous Brahms?, pero nadie le responde a la pregunta. El diletante está en Cadaqués para resolver un enigma: el misterio de M., el misterio del Miniprint… Necesita tiempo. La postal forma parte del enigma, aunque solo parezca un entretenimiento. Una mesa de hombres del rodal discute con el habla salada propia de la villa cuestiones derivadas de la actualidad política. El habla genuina le seduce.
Era demasiado pronto para comer, tenía mesa reservada en Es Baluard, y el amigo Marcel con quien tenía que compartir el ágape, una pieza clave para resolver la cuestión, no se presentaría hasta la hora convenida: la una y media. “La rueda del tiempo y la persistencia de la memoria”, pensaba mientras contemplaba la terraza del Melitón llena de guiris a la búsqueda del tiempo perdido. Marcel se presentó puntual como un reloj blando. La comida fue excelente, la conversación pausada, la sobremesa dispersa y vaga como corresponde a dos hombres poseídos por el mismo hechizo que debían resolver aquella misma tarde, ya que al día siguiente el diletante tenía una cita con el marinero Luard en el Cafè de la Marina del Port de la Selva. La tarde empezaba a declinar. Habían hablado más de lo divino que no de lo humano, pero el diletante, al despedirse de Marcel, tenía una dirección concreta, pero lacónica: Hort d’en Sanés 9.
Llegó allí cuando el atardecer peinaba con hilos de oro la bahía y la villa, la mar y el cielo, ningún rastro de nubes, quietud extrema. Atravesó un gran portal azul, de aquel azul que combina tan bien con el blanco encalado de las casas y que le recordaba un viaje a una Ítaca imaginada. Misterio y más misterio, pensó el diletante cuando leía una inscripción encima de una puerta de cristal, ya dentro del patio interior: Taller Galeria Fort. Una pareja de aspecto nórdico conversaba con una señora que una vez quedó libre y hechas las presentaciones, (Mercedes Barberá, para servirle, el diletante del Guinardó, desocupado y curioso como siempre, refunfuñó él), le invitó a contemplar los miniprints que llenaban las paredes blancas de la galería taller, grabados, prints, todos del mismo tamaño, 10×10, que formaban un caleidoscopio global, hasta 55 países de los cuatro continentes, más de 600 artistas. Escrutaba con detalle cada pieza y el misterio aumentaba. Recordó que alguien le había hablado del Mini Print como si se tratara de un milagro. Sí, tal vez era eso: un milagro. Sin embargo, su relativismo crónico y escéptico, racional, no le permitía creer en milagros. Solo era un diletante, él, pero también era un hombre de su tiempo. Milagro o no, el enigma persistía desde hacía casi 30 años, un tiempo lo suficientemente dilatado como para que se pudiera hablar de trabajo consolidado, de obra persistente y continuada, de fe sostenida, virtudes más bien escasas en el tiempo líquido de nuestra posmodernidad. Se fijó en los precios, eran asequibles, y se llevó como recuerdo un rostro poseso de un artista rumano que parecía vagamente un De Sucre.
Saludó a la galerista y salió del recinto. Ella le había explicado con detalle la historia del Mini Print, historia que lo hacía aún todo más interesante y enigmático. ¿Y cómo es que habían pasado tantos años sin que el diletante tuviera noticia de un hecho tan notable? La bahía nocturna en medio del silencio del cielo estrellado, no hacía ni un soplo de viento, Júpiter reinando mayestático en la oscuridad, todo le hablaba de los misterios de este mundo, misterios que para él eran motivo de regocijo y vida. No había descubierto cuál era el enigma del Miniprint, hay enigmas que es mejor no resolver, el diletante se daba por vencido, pero había encontrado, como quien busca setas, la clave de una larga historia del arte del país. Era la clave de Cadaqués: el Miniprint.
Mercedes Barberá Rusiñol
Directora del Mini Print Internacional de Cadaqués
Las obras que nos han enviado los 661 artistas de 55 países conforman una exposición de gran belleza, ya que la absoluta libertad de expresión de sus formas las llena de autenticidad y el alto nivel técnico de su realización merece la admiración y el respeto de las personas que la visitan, que cada vez son más numerosas.
Las exposiciones individuales de los seis artistas ganadores de la convocatoria anterior son esperadas con mucho interés por el nivel de calidad de las obras presentadas. La presencia de los artistas en sus inauguraciones es un gran aliciente para visitar el Mini Print en el Taller Galeria Fort de Cadaqués.
Este verano hemos sufrido la pérdida del artista ganador Lanfranco Bombelli, llamado el “galerista de Cadaqués” por el hecho de que en su galería Cadaqués I expusieron grandes artistas de la época, como Marcel Duchamp, Richard Hamilton, Max Bill, John Cage, etc. También fue llamado el “arquitecto de Cadaqués” por realizar algunas de las casas más bonitas y elegantes con un estilo sumamente depurado, respetando siempre el entorno. Su participación durante ocho años en el Mini Print con sus obras, que traducían las matemáticas en formas de gran belleza plástica, culminó formando parte de los seis ganadores del 2007. Sabemos que preparó su exposición individual con muchísima ilusión, pero no podíamos pensar que sería la última ilusión de su vida. El Mini Print añorará la presencia de sus perfectas serigrafías pitagóricas. Personalmente he sufrido la pérdida de un muy buen amigo.
Han asistido a sus exposiciones individuales los artistas Míriam Cantera (España), Josip Mijic (Croacia) y Kiko Ohno (Japón), actuando de jurado del Mini Print 2008. Durante su estancia nos transmitieron su alegría de visitar Cadaqués y el Mini Print. Hemos lamentado mucho el hecho de que Leena Kaplas (Finlandia) no pudiera asistir por motivos ajenos a su voluntad, y Yun-Jung Seo (Corea) tuvo que cancelar su viaje en el último momento.
El Mini Print empieza su itinerario los meses de septiembre y octubre en la galería del centro cultural Farleys Yard Trust, creado por Antony Penrose. Ian Chance, su director, durante su visita a Cadaqués nos informó del interés que despierta por su valor artístico y pedagógico, por lo que parece que la presencia del Mini Print en Farleys tendrá continuidad.
Durante octubre y medio noviembre la Fundación Tharrats d’Art Gràfic de Pineda de Mar (Barcelona) acoge la exposición del Mini Print, donde es muy bien recibida y permite ser visitada con facilidad por los barceloneses, dada su proximidad y fácil comunicación.
La galería l’Etangd’Art de Bages (Francia), cerca de Narbona, expone el Mini Print durante los meses de noviembre, diciembre y medio enero. La muestra es esperada con expectación gracias a la profesionalidad y simpatía de la directora de la galería Sophie Cassard.
Tan solo me queda agradecer a la Entidad Autónoma de Difusión Cultural de la Generalidad de Cataluña y al Ministerio de Cultura español las ayudas que año tras año ofrecen al Mini Print. Sin su ayuda económica el Mini Print Internacional de Cadaqués no podría continuar existiendo.
Muchos artistas nos visitan y nos escriben cartas entusiastas admirando la continuidad de la convocatoria, pero el mérito no es solo nuestro, sino también de todos los artistas participantes que, enviando sus bellas obras, nos animan a seguir adelante. No nos detenemos. ¡La convocatoria del 29.º Mini Print ya está en marcha!